¿Los perros quieren 5x más que los gatos?

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Esta semana saltó otro titular sensacionalista a los titulares "Los perros quieren a sus humanos 5x más que los gatos"

 

Si ya has leído lo publicado en la prensa, te queremos iluminar ahora un poquito la trastienda del asunto.

 

 

El controvertido Dr. Love

 

La afirmación, lanzado en el programa Cats v. Dogs (gatos versus perros) de la cadena BBC (que por cierto encargó el estudio de marras) se basa en una investigación no publicada, del mediático Paul J. Zak, autor prolífero, ponente, profesor de economía, psicología y management, miembro del sindicato de actores de cine estadounidense, y nombrado uno de los 10 sexiest geeks por el Wired Magazin en 2005, también conocido cómo 'Dr. Love'.

 

Según su web, su trabajo actual consiste en la aplica de la neurociencia para crear organizaciones de alto rendimiento y entender y guiar las decisiones de los consumidores. (!)

 

Su controvertido estudio arrojó que los perros segregaban 5 x más oxitocina (coloquialmente llamada la "hormona del amor") en presencia de sus humanos que que los gatos.

 

 

La oxicitina - hormona del amor ¡y del estrés!

 

La oxitocina es un neuropéptido hipotalámico, implicado entre otras cosas en el comportamiento maternal, conexión social y placer sexual. Aunque se asocia, efectivamente, con un aumento de confianza y cohesión social, su presencia no indica necesariamente cosas positivas.

 

C. Sue Carter, bióloga, experta en neuroendocrinología del comportamiento y entre los primeros en estudiar la oxicitina en animales, descubrió que en humanos se producen también altos niveles en condiciones estresantes cómo aislamiento y relaciones infelices. En otro estudio con lobos de pradera descubrió elevados niveles de oxitocina junto a otro indicadores de estrés en hembras que habían sido separadas de los demás.

 

Ello le hace suponer que la oxicitina puede proteger el sistema nervioso de colapsar en situaciones estresantes, especialmente aquellas que obligan a permanecer inmóvil en vez de luchar o huir.

 

Quizás eso explica la sopresa del antrozoologista Dr. John Bradshaw, autor de Cat Sense (vínculo), ante cualquier elevación de oxitocina en los gatos en esas condiciones.

 

Mientras los perros (animales de manada) permanecen relajados con sus dueños cerca, un animal territorial como el gato se estresa fácilmente en entornos desconocidos (y hostiles cómo un laboratorio) y necesita estar en su zona de confort para expresar su afecto.

 

El mismo Zak reconoce sobre los resultados del cambio de oxicitina en su estudio (57,2% en perros, 12,2% en gatos) que no se puede hacer el 1: 1 mapeo de cualquier señal neurológica a un comportamiento. "Podemos pensar que los perros en nuestra muestra eran más apegados a sus humanos que los gatos, pero la variación es alta en perros y gatos por muchas razones."

 

 

¿Qué clase de amor nos quieren vender?

 

Soy sólo una profana, pero no me entra en la cabeza que se quiera demostrar en un estudio variaciones ante una situación común en especies con totalmente distinto etograma.

 

Dejamos a tu buen discernimiento si consideras el experimento Zak cómo aportación a la ciencia o un hábil golpe de mercadotécnica.

 

Pero, hay otro aspecto preocupante en todo eso, y es la forma de amor que nos quieren vender: Un amor de dependencia (y sumisión).

 

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